Reflexión Jurídica: La Precisión Conceptual en la Responsabilidad Civil Médica
- Asistencia Usuarios

- 22 oct
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En el estudio de la responsabilidad civil médica, las palabras importan. No solo porque definen normas o sentencias, sino porque reflejan cómo entendemos la conducta humana detrás de un acto médico. En el Derecho, una palabra puede inclinar la balanza entre la culpa y la intención, entre el error y la voluntad.
Dentro de este marco, una expresión ha generado debate entre juristas y profesionales de la salud: “error voluntario vencible”. Esta fórmula, presente en algunas sentencias sobre mala praxis, describe supuestamente un tipo de equivocación cometida por el profesional médico. Pero cuando se mira con detenimiento, surgen preguntas esenciales: ¿puede existir un error que sea voluntario? ¿Podemos decidir equivocarnos?
Desde una perspectiva jurídica y lógica, el error y la voluntad no pueden convivir en la misma acción. La voluntad implica conciencia, deliberación y decisión; el error, por el contrario, supone desconocimiento, falsa percepción o una comprensión distorsionada de la realidad. Si hay error, falta conocimiento; si hay voluntad, existe intención. En otras palabras, no se puede querer errar.
Esta confusión semántica puede parecer menor, pero en el contexto de la responsabilidad médica tiene implicaciones profundas. Calificar un acto médico como “voluntario” puede dar a entender que existió intención de causar daño, lo cual contradice la esencia de la culpa profesional, que se basa precisamente en la ausencia de dolo.
Por eso, resulta más coherente hablar simplemente de “error vencible”. Este término reconoce que existen equivocaciones que podrían haberse evitado con mayor diligencia, atención o cuidado, sin implicar intención ni mala fe. Un error vencible sigue siendo un error —una omisión o descuido—, pero nunca un acto deliberado.
La precisión conceptual no es un ejercicio académico aislado: es una forma de justicia. Cuando se evalúan casos de responsabilidad médica, las palabras elegidas para describir una conducta determinan la percepción social y jurídica del profesional. Por ello, en lugar de hablar de “error voluntario vencible”, deberíamos optar por expresiones que respeten la naturaleza real de la acción humana: falible, sí, pero no intencionalmente dañina.
El Derecho y la Medicina se encuentran en un punto común: ambos buscan la verdad con base en la razón y la ética. Y en ese encuentro, la claridad del lenguaje es una herramienta de equilibrio. Precisar los términos no solo protege al médico, sino que también fortalece la confianza entre el sistema judicial, los profesionales de la salud y los pacientes.
Porque, en definitiva, si un error es voluntario, deja de ser error y se convierte en decisión. Y en la justicia —como en la medicina—, las decisiones deben basarse siempre en la conciencia, la prudencia y la buena fe.
— Dr. Wolney Bellucio D’Azevedo
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